
Alimentando el Futuro: Liderazgo Latino en el Sistema de Comidas Escolares de Estados Unidos
October 15, 2025 | By David De La Rosa
En conmemoración del mes de la Herencia Hispana y la Semana Nacional del Almuerzo Escolar, David De La Rosa, miembro de la Junta Directiva de la Fundación Chef Ann, conversó con líderes latinas de todo el país sobre el papel crucial que desempeñan en el sistema de alimentación escolar estadounidense. Desde los campos agrícolas hasta las cafeterías y la defensa de políticas públicas, su liderazgo es esencial para alimentar a millones de niños cada día y definir el futuro de la alimentación escolar.
Todavía recuerdo el peso de la bandeja del comedor en mis manos, el olor a sloppy joes llenando el salón, la sonrisa de quien me entregaba el plato y el ruido de mis amigos apurándose para sentarse juntos. Yo era un niño de primera generación que recibía almuerzos gratuitos desde el kínder hasta la preparatoria.
En ese entonces, la comida rara vez se parecía o sabía como la de mi casa, pero estaba ahí, disponible, y dependía de ella todos los días. Aquellas comidas eran una promesa para mi familia, había alguien, fuera de nuestro hogar, que se preocupaba porque pudiéramos concentrarnos, aprender y crecer.
Ahora soy padre. En mi mesa escucho el tintineo de un tenedor contra el plato, una risa entre bocados. Miro las barrigas llenas de mi familia y pienso en el camino que nos trajo hasta aquí. También pienso en la historia más grande detrás de cada comida: quién cultiva los alimentos, quién los cocina, quién los sirve en una bandeja escolar y si los niños que la reciben sienten que pertenecen. Las familias latinas están en el centro de esta historia. Estamos en los campos, en los camiones de reparto, en las cocinas, en los salones de clase, en las juntas escolares y en los pasillos del Congreso.


Todavía recuerdo el peso de la bandeja del comedor en mis manos, el olor a sloppy joes llenando el salón, la sonrisa de quien me entregaba el plato y el ruido de mis amigos apurándose para sentarse juntos. Yo era un niño de primera generación que recibía almuerzos gratuitos desde el kínder hasta la preparatoria.
En ese entonces, la comida rara vez se parecía o sabía como la de mi casa, pero estaba ahí, disponible, y dependía de ella todos los días. Aquellas comidas eran una promesa para mi familia, había alguien, fuera de nuestro hogar, que se preocupaba porque pudiéramos concentrarnos, aprender y crecer.
Ahora soy padre. En mi mesa escucho el tintineo de un tenedor contra el plato, una risa entre bocados. Miro las barrigas llenas de mi familia y pienso en el camino que nos trajo hasta aquí. También pienso en la historia más grande detrás de cada comida: quién cultiva los alimentos, quién los cocina, quién los sirve en una bandeja escolar y si los niños que la reciben sienten que pertenecen. Las familias latinas están en el centro de esta historia. Estamos en los campos, en los camiones de reparto, en las cocinas, en los salones de clase, en las juntas escolares y en los pasillos del Congreso.
En los últimos meses he conversado con mujeres latinas que elevan a nuestras comunidades y se aseguran de que nuestras voces sean escuchadas. Personas como Sindy Benavides de Aquí, Xochitl Oseguera de MamásConPoder, y Zuani Villarreal de Feeding America. Estas mujeres dirigen organizaciones nacionales enfocadas en la equidad, el poder y la representación. Hablamos sobre el liderazgo latino en el sistema alimentario, las barreras que enfrentan las familias cada día y el futuro que queremos construir juntos. Todas coincidieron en un desafío central que enfrentan las familias, la inseguridad alimentaria.
La mano hambrienta que nos alimenta
Los latinos impulsan el sistema alimentario, pero la inseguridad alimentaria sigue afectando a nuestras comunidades. Hoy en día, 47 millones de personas en Estados Unidos padecen inseguridad alimentaria, incluidos casi 14 millones de niños. De ellos, cuatro millones y medio son latinos. Los niños latinos tienen el doble de probabilidades de enfrentar inseguridad alimentaria en comparación con sus compañeros blancos. Uno de cada cuatro niños latinos no sabe de dónde vendrá su próxima comida. Zuani Villarreal, Directora Principal de Participación Comunitaria en Feeding America, describió como se ve esto en las escuelas. “Todos sabemos cómo se siente cuando no has almorzado. Te sientes ansioso y no puedes concentrarte. Si vives con inseguridad alimentaria, esa sensación viene acompañada de estrés, porque no sabes cuándo volverás a comer. Las enfermeras escolares nos han contado que los lunes por la mañana los niños llegan con dolor de cabeza porque no han comido durante el fin de semana”. Esta realidad ocurre a diario en las escuelas, por eso las comidas escolares son tan esenciales.


La mano hambrienta que nos alimenta
Los latinos impulsan el sistema alimentario, pero la inseguridad alimentaria sigue afectando a nuestras comunidades. Hoy en día, 47 millones de personas en Estados Unidos padecen inseguridad alimentaria, incluidos casi 14 millones de niños. De ellos, cuatro millones y medio son latinos. Los niños latinos tienen el doble de probabilidades de enfrentar inseguridad alimentaria en comparación con sus compañeros blancos. Uno de cada cuatro niños latinos no sabe de dónde vendrá su próxima comida. Zuani Villarreal, Directora Principal de Participación Comunitaria en Feeding America, describió como se ve esto en las escuelas. “Todos sabemos cómo se siente cuando no has almorzado. Te sientes ansioso y no puedes concentrarte. Si vives con inseguridad alimentaria, esa sensación viene acompañada de estrés, porque no sabes cuándo volverás a comer. Las enfermeras escolares nos han contado que los lunes por la mañana los niños llegan con dolor de cabeza porque no han comido durante el fin de semana”. Esta realidad ocurre a diario en las escuelas, por eso las comidas escolares son tan esenciales.
La inseguridad alimentaria no solo se trata de tener suficiente comida, sino también de tener acceso a alimentos saludables y nutritivos que apoyen el crecimiento, el aprendizaje y el bienestar. Muchas familias se ven obligadas a depender de alimentos procesados y de bajo costo porque las opciones más saludables están fuera de su alcance.
La inversión en comidas escolares saludables y preparadas desde cero es una solución. En todo el país, la mitad de las calorías diarias de un niño provienen de las comidas escolares. Para millones de estudiantes, es su fuente más confiable de nutrición diaria y una de las formas más directas de combatir el hambre y promover el éxito académico. El impacto positivo es enorme y merece una inversión significativa en todo el sistema alimentario, incluida la fuerza laboral que lo sostiene.
Sindy Benavides, Directora Ejecutiva Fundadora de Aquí, lo expresó claramente: “Los latinos desempeñan un papel interdependiente en el sistema de comidas escolares, desde cultivar y sembrar hasta servir los alimentos en el plato. Y culturalmente, somos personas que nutrimos y compartimos. Es algo natural para nosotros”. El sistema alimentario prospera cuando este liderazgo es visible y valorado.
Los latinos desempeñan un papel interdependiente en el sistema de comidas escolares, desde cultivar y sembrar hasta servir los alimentos en el plato. Y culturalmente, somos personas que nutrimos y compartimos. Es algo natural para nosotros.
Los presupuestos de comida escolar también tienen un enorme poder económico. Cuando las escuelas compran a granjas y negocios de propiedad latina, en lugar de grandes corporaciones agrícolas, no solo obtienen ingredientes locales y frescos, sino que también mantienen el dinero en los vecindarios y ayudan a poner comida en los platos de nuestras propias familias que alimentan a la comunidad.
Suena simple, asegurar que las familias de las personas que sostienen nuestro sistema alimentario tengan acceso a los alimentos que ayudan a cultivar. Pero las barreras sistémicas son profundas. Estos cambios no ocurren por casualidad, suceden porque los defensores y las familias luchan por ellos.
Madres en la primera línea
Las madres latinas están impulsando el cambio en la comida escolar desde la base. Ellas presionan a los distritos y a los responsables de formular políticas para que actúen, luchan por comidas saludables y relevantes, y defienden los programas que mantienen alimentados a millones de niños. Xochitl Oseguera, Vicepresidenta de MamásConPoder, trabaja con madres de todo el país para educar a legisladores, testificar en juntas escolares, recolectar firmas y visibilizar temas como la inseguridad alimentaria. “Queríamos que quienes toman decisiones entendieran lo que se siente tener un hijo que pasa el día sin comer”, explicó Xochitl.
Para estas madres, la defensa no solo se trata de nutrición. También tiene que ver con la salud, la identidad y la estabilidad. “Cuando tenemos comidas culturalmente relevantes, los niños se sienten orgullosos de quienes son”, señaló. “Ven su cultura no como algo intruso, sino como algo que pertenece”. Ella llama a la cafetería una “segunda cocina”, un espacio de confianza donde los padres saben que sus hijos están bien alimentados mientras ellos trabajan.


Madres en la primera línea
Las madres latinas están impulsando el cambio en la comida escolar desde la base. Ellas presionan a los distritos y a los responsables de formular políticas para que actúen, luchan por comidas saludables y relevantes, y defienden los programas que mantienen alimentados a millones de niños. Xochitl Oseguera, Vicepresidenta de MamásConPoder, trabaja con madres de todo el país para educar a legisladores, testificar en juntas escolares, recolectar firmas y visibilizar temas como la inseguridad alimentaria. “Queríamos que quienes toman decisiones entendieran lo que se siente tener un hijo que pasa el día sin comer”, explicó Xochitl.
Para estas madres, la defensa no solo se trata de nutrición. También tiene que ver con la salud, la identidad y la estabilidad. “Cuando tenemos comidas culturalmente relevantes, los niños se sienten orgullosos de quienes son”, señaló. “Ven su cultura no como algo intruso, sino como algo que pertenece”. Ella llama a la cafetería una “segunda cocina”, un espacio de confianza donde los padres saben que sus hijos están bien alimentados mientras ellos trabajan.
El Distrito Escolar Unificado de Azusa (AUSD) muestra cómo se ve esta visión en la práctica. Con una población estudiantil compuesta por más del 90% de estudiantes hispanos y latinos, el distrito ha invertido en su equipo y ha adoptado la preparación de comidas desde cero con relevancia cultural, honrando tanto a sus estudiantes como a su personal latino. A través del programa Ruta de Alimentación Escolar Saludable de Chef Ann Foundations, el equipo de servicios de nutrición diversa de AUSD, dirigido por Stella Ndahura, ha transformado el sistema de operaciones alimentarias del distrito, desarrollando habilidades, ampliando la cocina casera y llevando comidas con significado cultural a las bandejas de almuerzo.
Hoy, los estudiantes disfrutan de platillos que les recuerdan a casa, como tazones de asada con arroz al cilantro y lima, frijoles charros, birria, curtido con pupusas, tacos coreanos y una receta familiar de varias generaciones para el pozole. El resultado ha sido una mayor participación, un sentido de orgullo más fuerte y cafeterías que se sienten como una extensión del hogar.
Cuando tenemos comidas culturalmente relevantes, los niños se sienten orgullosos de quienes son. Ven su cultura no como algo intruso, sino como algo que pertenece.
De cara al futuro, el distrito busca profundizar este trabajo refinando recetas, manteniendo la cultura como eje central en la planificación de menús y apoyando el bienestar del personal que hace todo esto posible. Esta inversión intencional en las personas y en la comida garantiza que el programa siga siendo sólido y sostenible por muchos años.
El acceso a comidas escolares saludables y culturalmente relevantes no solo fomenta la inclusión y el sentido de pertenencia, sino que también es esencial para la economía familiar, especialmente cuando los costos de los alimentos siguen aumentando y el acceso universal se vuelve fundamental. “Es algo enorme para las familias latinas”, dijo Oseguera. “Esa comida puede marcar la diferencia entre poder pagar la renta o no. Puede ser la única comida que tengan ese día”. Ampliar y proteger programas como las comidas escolares universales asegura que ningún niño quede desamparado y que las familias cuenten con una red de apoyo confiable. Para muchas comunidades latinas, estos programas son esenciales.
El miedo no debería decidir quién come
Los profesionales de la alimentación escolar aportan conocimientos esenciales sobre cómo funciona la alimentación escolar, desde lo que comerán los niños hasta cómo funcionan los sistemas de cafetería y cómo debe incluirse la cultura en la bandeja del almuerzo. Sus voces son fundamentales para diseñar programas efectivos, pero el miedo político y las barreras sistémicas a menudo impiden que nuestros colegas latinos participen plenamente.
Sindy Benavides habló sobre cómo la retórica nacional y los cambios en las políticas migratorias han creado un clima de miedo. Algunas familias evitan involucrarse con las escuelas por completo. Xochitl Oseguera describió a padres que dudan en asistir a reuniones o compartir información por temor a redadas migratorias y separaciones familiares. Ese miedo llega hasta la cafetería e influye en si las familias se sienten seguras al llenar formularios para comidas gratuitas o a precio reducido.
Las barreras de idioma y los procesos burocráticos agravan el problema. Muchas escuelas carecen de materiales traducidos y de personal dedicado a explicar cómo funcionan los programas de comidas y los reembolsos federales. “Cuando estos programas cambian, menos familias buscan ayuda”, explicó Zuani Villarreal. “El miedo impide que las familias accedan a los recursos, especialmente en comunidades inmigrantes y latinas.”


El miedo no debería decidir quién come
Los profesionales de la alimentación escolar aportan conocimientos esenciales sobre cómo funciona la alimentación escolar, desde lo que comerán los niños hasta cómo funcionan los sistemas de cafetería y cómo debe incluirse la cultura en la bandeja del almuerzo. Sus voces son fundamentales para diseñar programas efectivos, pero el miedo político y las barreras sistémicas a menudo impiden que nuestros colegas latinos participen plenamente.
Sindy Benavides habló sobre cómo la retórica nacional y los cambios en las políticas migratorias han creado un clima de miedo. Algunas familias evitan involucrarse con las escuelas por completo. Xochitl Oseguera describió a padres que dudan en asistir a reuniones o compartir información por temor a redadas migratorias y separaciones familiares. Ese miedo llega hasta la cafetería e influye en si las familias se sienten seguras al llenar formularios para comidas gratuitas o a precio reducido.
Las barreras de idioma y los procesos burocráticos agravan el problema. Muchas escuelas carecen de materiales traducidos y de personal dedicado a explicar cómo funcionan los programas de comidas y los reembolsos federales. “Cuando estos programas cambian, menos familias buscan ayuda”, explicó Zuani Villarreal. “El miedo impide que las familias accedan a los recursos, especialmente en comunidades inmigrantes y latinas.”
Un futuro construido sobre el liderazgo
La comida, especialmente en la cultura latina, es mucho más que sustento, es amor, es cuidado, es ese plato caliente que compartes con tu familia en la mesa. Sin embargo, para demasiadas personas, el acceso a esta necesidad básica sigue fuera de su alcance, aunque no debería ser así.
La inseguridad alimentaria es un problema que puede resolverse y que merece todo nuestro esfuerzo colectivo. En un país que produce más que suficiente para alimentar a todos, el acceso a los alimentos no es una cuestión de escasez, sino de voluntad y de sistemas. Cada niño no solo merece saber de dónde vendrá su próxima comida, sino también tener acceso a comidas nutritivas que impulsen su aprendizaje, su salud y su desarrollo. En la Chef Ann Foundation trabajamos cada día con ese objetivo.
Hacer realidad esta visión depende tanto del cambio sistémico como de las personas que lo impulsan, y el liderazgo latino ya está al frente de esta labor. Los trabajadores agrícolas y los profesionales del servicio de alimentos alimentan a millones de niños cada día. Las madres llevan sus historias y su fuerza ante los legisladores y juntas escolares, y algunas incluso sirven como funcionarias electas. Líderes apasionados como Sindy, Xochitl y Zuani trabajan desde distintos frentes para garantizar que el liderazgo latino sea reconocido, tenga recursos y se vea reflejado en los sistemas que alimentan a los niños. Chef Ann Foundation trabaja cada día para transformar la comida escolar a través del apoyo directo a los distritos, la capacitación integral de la fuerza laboral y la promoción de políticas que garanticen que cada niño tenga acceso a comidas saludables preparadas desde cero.
Conozco el impacto de las comidas escolares porque lo viví. Como niño que recibía almuerzo gratuito, recuerdo lo que se sentía estar en la fila todos los días, no por elección, sino por necesidad, sabiendo que esa comida me ayudaría a pasar la tarde. El menú rara vez reflejaba los sabores de mi hogar, pero si lo hubiera hecho, habría elegido esas comidas sin pensarlo. Esas experiencias moldearon mi forma de pensar sobre la comida hoy en día.
Como adulto, tengo el privilegio de elegir lo que como. Como padre, asegurarme que mi hijo tenga esa misma opción es una responsabilidad que tomó en serio. Mi esperanza es sencilla, que mi hijo, y todos los niños, puedan sentarse a la mesa con un plato lleno, uno que alimente su cuerpo y refleje quiénes son. Ese es el futuro que debemos construir juntos.
Acerca del autor: David De La Rosa es miembro de la junta directiva de la Fundación Chef Ann y es el fundador y socio gerente de Brava Management.


Conozco el impacto de las comidas escolares porque lo viví. Como niño que recibía almuerzo gratuito, recuerdo lo que se sentía estar en la fila todos los días, no por elección, sino por necesidad, sabiendo que esa comida me ayudaría a pasar la tarde. El menú rara vez reflejaba los sabores de mi hogar, pero si lo hubiera hecho, habría elegido esas comidas sin pensarlo. Esas experiencias moldearon mi forma de pensar sobre la comida hoy en día.
Como adulto, tengo el privilegio de elegir lo que como. Como padre, asegurarme que mi hijo tenga esa misma opción es una responsabilidad que tomó en serio. Mi esperanza es sencilla, que mi hijo, y todos los niños, puedan sentarse a la mesa con un plato lleno, uno que alimente su cuerpo y refleje quiénes son. Ese es el futuro que debemos construir juntos.
Acerca del autor: David De La Rosa es miembro de la junta directiva de la Fundación Chef Ann y es el fundador y socio gerente de Brava Management.